martes

Formicidae

Mi casa está siendo atacada por hormigas. No sé; entran a montones por las pequeñísimas grietas de la pared de la cocina y se amontonan en cualquier resto, miga imperceptible de comestible que encuentren en su camino. Han logrado penetrar en los armarios superiores e incluso en el táper cerrado del azucar, así como tomar una torta de naranja y practicamente convertirla en un edificio apartamentado de hormigas.

Creo que si una grúa alzase a mi casa cual dibujo animado, quedaría a la luz el enorme hormiguero sobre el que probablemente estemos asentadas.

Desconosco quien habrá llegado primero; si ellas o nosotras, pero nuestras relaciones diplomáticas están a punto de colpsar.

Sino lo hicieron ya: antenoche intenté matar algunas dentro del microondas.
O sea, una radiación fuerte como la del microondas debía de matarlas. Grande fue mi asombro al descurbrir que no.

Lo confieso: tengo miedo. Ellas resistirían la guerra atómica, yo moriría atragantada con una espina de pescado; ellas pueden cargar con veinte veces su peso, yo mariconeo levando un par de bolsas de papas.

Aunque la i d i o (ta) s i n c r a c i a humana diga lo contrario, son superiores.
Capaz terminamos como los Buendía, cuyo último ejemplar pereció a manos de las hormigas que atacaron Macondo tras el diluvio.

Yo nos tengo más fé, aunque temo que me lleven dormida hacia las profundidades de la tierra y despertar.

Despertar. Guat a guord



Susukibird

4 comentarios:

  1. Son sólo una horda de hormiguitas hinchapelotas:)
    Pobrecillas, en el fondo son tan dulces (?)
    Salute!

    ResponderEliminar
  2. Puff, pero cuando las encuentres atacando una bolsa de azucar hasta el punto de que parece azucar multicolor, vas a ver l oque es bueno u.u
    Salú!

    ResponderEliminar
  3. Hay que tener cuidado; a mí también me está empezando a asustar.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.