viernes

Lost

Necesito encontrar mis limas. Mis uñas lo exigen a gritos. Se que hay, en algún lado de mi casa, dos de las buenas y por lo menos otras dos más de las de diez pesos, así como un montón de pedazos de limas que he destruido en momentos de ansiedad. Pero no hay caso, por más que tenga, las limas tienen una increíble tendencia a pasarse por momentos a la dimensión desconocida. Eso o tengo un duende que gusta de hacerse las manos.




Y estoy con abundante ganas de ver a los buenos










Susukibird (cacareando desesperado)

miércoles

Naturaleza

(10 PM. Cena familiar [Pizza ((ñami!))])

Alarido horrorizado de mi hermana. El gato había traído un ratoncito y lo había depositado en el medio del living. Yo, Encargada Oficial del Control de Bichos del Hogar, me apresuré a levantarlo con pala y escoba. Mi hermana, traumadita, se tapaba los ojos, mi madre la abrazaba, el gato me maullaba desesperado, reclamando su presa, y yo, mirando al ratoncito, exclamé: "sigue vivo!"
Aullido de mi hermana.

(Ok, no estuve bien, pero realmente me sorprendió; nunca fui muy afín a los bichos de ninguna clase, ni siquiera los perros, pero ese ratoncito medio moribundo y con cara de susto me conmovió el alma; lo deposité en el fondo, en el pasto, eché al gato y al perro. No sé que le deparaba y me dejó una fea sensación. Yo se que la Naturaleza y las reglas de la vida y blablabla, pero era chiquito! Supongo que el gato se lo comió; no es que le eche la culpa, aprecio su capacidad cazadora y su deseo de compartir con el resto de la familia la cena, pero ya le dije que podría cazar otros bichos, habiendo tanto bicho feo, como ratas por ejemplo, viene a cazar ratoncitos y pájaros. Gato Puto.)



Susukibird (hincha de Jerry)

sábado

Fluidos

Ejercicio (día de chismes)

Situación 1:


A conoce a B; amigas en la escuela, en principio, y conocidas, actualmente, dado que viven en la misma zona pero ya no comparten tanta afinidad .
A, a su vez, tiene una relación de tipo afectiva-sexual-estable con C.
Por otra parte, C tiene una relación laboral con B. (De la cual A es conciente.)

Pero, al tiempo, suma a la etiqueta "relación laboral", el adjetivo "sexual-casual".
Y tras un Eva Test, C y B no sólo comparten una relación laboral-sexual-casual sino que también un proyecto de hijo que crece en el utero de B.
Tras negativa de C de hacerse cargo de dicho proyecto de persona, C y B rompen su relación sexual-casual, pero no así la laboral.

End?
C saluda alegremente a B todos los días, como si el niño de B fuese del Espiritu Santo.
A, por supuesto, nunca se enteró de la sumatoria de adjetivos en la relación de B y C y teje zapatitos de croché para el niño de B.


Situación 2:

A es amiga de toda la vida de B.
A, también, sale con C, del que se encuentra, como quien dice, enganchada. B tiene un novio, llamemosle D.
A, C y D son intimos amigos de E.
E también conoce a B.

Un día, B y C se instalan, secretamente, en una carpa en un balneario rochense. Son de distintos sexos y ambos heterosexuales. (¿Conclusión necesaria de aclarar?) A los días marchan a encontrarse con un grupo de gente conocida y amiga (entre los que se encuentra E) llamemosle G. Por separado, claro.
Por la vueltas de la vida y las lenguas, G, y también E, se enteran de la experiencia de camping de B y D.

End?
E tiene, por un lado, al amigo (D) cornudo, y por otro, al amigo con quien B le mete los cuernos a D (C). Además de, A, quien gana un 2x1 en "gente buena si las hay" (mejor amiga+saliente).







Los humanos son tan divertidos








Pájaro Susuki (chismosa en mano)

jueves

Tristezas del tiempo y del espacio #4



La lluvia

Era blanca aquel día.

Silenciosa y tierna, caía, sobre la tarde aún más silenciosa. Desde un resplandor blanco que se extendía de horizonte a horizonte, caía, en largos pequeños suicidios que se perdían en el aire, escondiéndose de su mirada, moldeando la tierra al estrellarse, suavemente, delante de sus pies.

La humedad asomándose a su alrededor, era la única otra presencia, casi tangible, que la acompañaba en su espera, ya larga, junto al poste de hormigón, desnudo y fijo, que hacía de parada a su lado.

Una marioneta viendo pasar el tiempo en gotas que caían sin tregua, resbalando suaves y transparentes por sus cuerdas, acariciando su mejilla, adentrándose en su cuerpo que se hundía, incapaz de moverse, en el barro bajo sus pies. Sólo el traqueteo del Nº4, acercándose lentamente como una chirriante y cansada esperanza por detrás de la colina, le trajo cierta movilidad.

El Nº4; había creído que se atrasaría, a causa del revuelto mousse de la ruta, pero la puntualidad inglesa de su chofer fue más que el barro. Frenó, sonando como una insoportable orquesta de violines de lata, y abrió las puertas, agua y polvo mezclados, delante de su rostro.

El interior del bondi la recibió como el abrazo de una tía abuela lejana, incómodamente pegajoso. La humedad, fiel, se filtraba sigilosa por las grietas de las ventanas, los rasguños de los asientos, se sostenía de las barandas resbalosas. El chofer, serio y cetrino, ceñudo y malhumorado, la recibió por su parte con un leve movimiento de bigote, mientras le dejaba el cambio en un tintineo de monedas mugrientas.

A esa hora se veían pocos rostros, y aún menos miradas, alguna perdida muy de vez en cuando, pero improbablemente se verían en un día blanco como aquél, en el que las personas se habían dejado atrapar por las ventanas. Ninguna se dio por enterada cuando un ser de agua pasó entre ellos, cargando con sus cuerdas mojadas, mientras el Nº4 emprendía nuevamente su marcha, con un fuerte tosido tuberculoso, y ella se libraba, en un asiento junto a la ventana, al sopor taciturno.

La lluvia; era blanca aquel día.

Calma, caía alrededor de la carretera, inmune al estruendo del motor que perturbaba su silencio. Imperceptiblemente cansadora, roía su corazón aún más pálido, corriendo entre los canales que abren los años. Y el horizonte estático, le devolvía el reflejo a sus pensamientos, corriendo en todas sus venas y arremolinándose en su pecho; atrapados por la humedad casi tangible, se convertían ese día en un peso que la empujaba quedamente al suelo.

Sentía las cuerdas más nítidas que nunca; acaso fuera cosa del agua, que las había dotado de una extraña definición. Las sentía allí, firmes, atadas a sus muñecas y sus tobillos enchastrados de barro; tensas pero cálidas, eran otro peso, otro cómplice recordándole su cercanía al suelo. Nada le era ajeno; ni la lluvia, las cuerdas o el Nº4; sin embargo, esa, esa tarde como cualquier otra, sentía algo. Algo, como una diminuta mota de polvo en una superficie extremadamente limpia.

Una súbita frenada y los chillidos histéricos del óxido la devolvieron al mundo. El Nº4 se detuvo por completo; apagado el motor, parecía casi suspendido en el espacio, e incluso esperó por un instante que todo comenzará lentamente a flotar, en ese silencio sin gravedad sólo acompañado por un murmullo de agua. Era su parada, le recordaba la mirada del chofer, pero aquella vez, le costó despegarse del asiento. Inspiró, agua para sus pulmones, antes de comenzar a caminar suavemente por el pasillo, entre los demás seres que continuaban su ausencia junto a la ventana, sin notar siquiera las cuerdas, que surgían imperceptibles desde el techo y bajaban hasta tomarles las muñecas y contarles el pulso cálido de sus días.

Afuera, las gotas seguían cayendo pacientemente, sin apuro. Mientras el Nº4 se encendía y se alejaba, llevándose cansinamente su ruido quejumbroso, sintió salir por detrás de su nuca algo. Inclinó suavemente la cabeza, hasta sentir las gotas de lluvia estrellarse tiernamente en su cara, y ver a las cuatro largas cuerdas que subían y subían y se perdían en un cielo inmensamente blanco.





Susukibird

Familia


Florencio




Albahaquitos





Morroncitos




Desconocido hermoso




Cannabis




Miro de reojo las hojas y ya puedo ver
las flores que vas a dar
y me pongo contento
voy a tener...






Susukibird



lunes

Andanzas de los hijos pájaros #1




Amor de nerd

Confabularía con cada célula de su cuerpo de forma tal que ninguna catástrofe molecular, ninguna ley de la física o de la química, ninguna aspiración biológica, pudiera detener la intensa conexión que los uniría.

Se introduciría como un espía por los poros de su piel (¡piel milagrosa!, ¡piel de estrellas!) y caería en su torrente sanguíneo, (¡torrente sinuoso, voluptuoso, violento!) contra el cual libraría cruentas batallas, nadando contra su impetuosa corriente. Pero, tras ardua labor, alcanzaría su objetivo primigenio: el corazón (¡músculo rey, impulso de vida!). Frente a él se arrodillaría, le pediría, cabeza gacha, la ayuda fundamental que necesitaba para reparar el vacío que le estaba carcomiendo el estómago. ¡No sería fácil tarea! Se sentiría altaneramente observado, analizado, los pelos de la nuca se encogerían de los nervios, pero, tras detener su respiración del suspenso, volvería a respirar, eufórico, al sentir la clara, firme y aprobativa resolución del corazón.

¡Entonces, ya nada podría detenerle! Cabalgaría el brioso caballo que conformarían los glóbulos rojos enloquecidos por el firme y rápido latir de su corazón, y accionaría cada vello de su piel, que se erizarían, como si una fresca y misteriosa brisa los hubiese acariciado repentinamente. Soltaría mariposas en su estómago, que revolotearían, centelleantes, en colores de toda la escala cromática.

Flaquearían sus rodillas, sus piernas: ¡creería desfallecer presa de ese torbellino de hormonas que él habría soltado cual enjambre de abejas rugientes!

Y, al escalar su columna, vértebra por vértebra, y arribar al cerebro, (¡misterioso lugar, insigne órgano!) descubriría como, finalmente, tras esa confabulación secreta, ese plan maestre astutamente llevado a cabo, todas las neuronas, en todos los nervios de su cuerpo, estallaban en cada impulso eléctrico, inspiradas únicamente en la visión que en ese momento sus globos oculares enviaban a su cerebro, visión que la paralizaba, la ponía en estado de ebullición y la enviaba como un torpedo al espacio, visión en la que él ya no era más una parte mimetizada del paisaje de la biblioteca, que la espiaba tímidamente escondido tras los libros.

viernes

Informe





Inventario:


-Milanesas sospechosas (forenses afirman que su real contenido podría ser de mondongo y polenta en vez de las inocentes milanesas de pollo que pretendian ser).

-Una cama frente a una ventana que traia continuamente brisa del mar.

-Un fasito brasilero en la ruta.

-El malcriamiento con abuelos es la mejor cura al cansancio del mochilero frustrado.

-Lecturas muy buenas, linda musica, encantadora compañía y la mejor sonrisa del universo, más blanca gracias al sol y a la calcio de la sal (?)


Conclusiones:
-Los argentinos y los brasileros no te levantan ni por decreto, las camionetas 4x4 y con hermosas cajas vacías atrás sean de donde sean tampoco.

-Trébol de Catillos never more

-Más tostada, más peluda y más alta gracias a la capa de mugre que cubre de forma ya permanente las plantas de mis pies.

-Volver y encontrar que las dos cosas que más deseaba hacer (aparte de estar con mi amada familia, por supuesto) no me es posible realizarlas: tocar la guitarra (se encuentra exiliada en lo de un amigo) y darme una buena ducha en casa (calefón roto por lo que el sistema de baño ha retrocedido 15 siglos: a jarrazo puro, nena)






Pájaro Susuki (back to the nido)