viernes

Tristezas del tiempo y del espacio #2




El bicicletero


Aseguraba que todos estamos más locos de lo que creeemos.

Él, en cambio, niño, de cuclillas, nada sabía aún del límite entre el mundo real y el imaginario.

En esa tarde de luz sepiosa, todo su mundo se le iba en contemplar como aquel hombre de tostados brazos venosos descuartizaba sin piedad su pequeña bicicleta. En ese momento, ruedas arriba, la delantera se asemejaba a una pequeña serpiente negra, desinflada en las manos callosas del bicicletero, quien continuaba un monólogo extraño que el niño no escuchaba, perdido en su fascinación por las tuercas y los fierros.

Sin embargo, en el ir y venir, no pudo evitar encontrar su mirada en dos manchas azules, eléctricas, que le devolvían la fascinación tras los rayos de la rueda. Otro niño atrapado bajo el bigote canoso y las arrugas de la piel, la voz venida del fondo de la tierra y el brillo de la calvicie sudorosa.

-¿Quién puede perder el asombro en este mundo, gurisito?-le preguntó, sin esperar respuesta. Ambos rebosaban de asombro y muy poco de respuestas. Y a ninguno le preocupaba.

La bicicleta ya estaba, nuevamente de pie sobre sus ruedas, lista, esperando para volver a rodar sobre el balastro. El niño le tendió tímidamente un billete arrugado por la espera, que el bicicletero tomó sin apartarle la sonrisa ni la mirada confianzuda.

Vio al pequeño irse pedaleando hacia la vida que le parecía aún tan lejana, mientras guardaba el billete en un bolsillo del delantal grasiento.

Aseguraba que nunca nos enteraremos que todo terminó.




Susukibird

lunes

Pan

Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. O, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. Si el Gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por ello. Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares o los nombres de las capitales de Estado o cuánto maíz produjo Oiwa el año pasado. Atibórralo de datos no combustible, lánzales encimatantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la impresión que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiezen a atar cabos. Por ese camino, se encuentra la melancolía. Cualquier hombre que pueda desmontar un mural de televisión y volver a armarlo luego, y, en la actualidad, la mayoría de los hombres pueden hacerlo, es más feliz que cualquier otro que trate de medir, calibrar y sopesar el Universo, que no puede ser medido ni sopesado sin que un hombre se sienta bestial y solitario. Lo sé, lo he intentado. ¡Al diablo con ello! Así pues, adelante con los clubs y las fiestas, los acróbatas y los prestidigitadores, los coches a reacción. las bicicletas, helicópteros, el sexo y las drogas, más de todo lo que esté relacionado con los reflejos automáticos. Si el drama es malo, si la pelicula no dice nada, si la comedia carecede sentido, dame una inyección de teramina. Me parecerá que reacciono con la obra, cuando solo se trata de una reacción táctil a als vibraciones. Pero no me importa. Prefiero un entretenimiento completo.


Fahrenheit 451
Ray Bradbury

martes

Fraticidio

La gente enloquece en estas fechas; no entiendo qué es exactamente. Si a)la propaganda masiva y el consumismo se acentúa en esta época del año y esto sumado a que la gente cobra el aguinaldo y tiene el bolsillo más relleno que de costumbre haga que el chip del consumo que nos insertan secretamente al nacer enloquesca b) las cuestiones de cerrar cajas y balances de fin de año estresa a más de uno c) la gente se toma muy en serio la cuestioón de la bajada (literlamente, te atropellan)...(ok, chiste malo, whatever) c)el calor y el cansancio acumulado nos ponen más sensibles y percibimos con más horror del cotidiano al prójimo.






No sé; hoy unas señoras venían seriamente hablando y yo pensé, claro está, qie hablaban de algo SERIO e IMPORTANTE. Luego comenzé a percibir palabras, no sólo el tono de tal conversación, y comenzé a definir palabras tales como "bailarín", "sueño", "jurado" y ¡ouch!
Bailando por un sueño... (what the fuck?)

Si alguien se interesa por regalarme algo, un AK 47 será agradecido.

sábado

Tristezas del tiempo y del espacio #1



Whisky, click y flash


La cámara nueva relucía bajo el sol del mediodía; en la actitud de reposo

propia de una cámara, sumergida entre las melodías (ecos de fútbol

y política) que remolinaban a su alrededor; otra testigo (silenciosa) de

ese infierno con olor a asado: el gato (acechante bajo las sillas de

plástico) mirando, con la mirada indiferente propia de un gato, a los

seres de carne a medio cocer que pasaban sobre su cabeza; la luz

(filtrándose en el gris blanquecino) hacía brillar la neblina del humo y la

botella de vino (sirviéndose gorgoteante) aturdida por el ruido que

rebotaba en su interior.


Domingo, asado y familia. El chiche nuevo pasaba de mano en mano.

Whisky,click y flash. Otro instante de la realidad que luchaba por no

perder su esencia. El vino temblaba. La abuela a los gritos (en vano intento

de salvar sus flores de los catastróficos pies en estampida de la manada

suelta de niñus salvajitecus).


La cámara relucía sobre la mesa. (Empezaba a sentir calor).


Fue por ahí cuando alguien, al verla en esa soledad, tuvo la fatal idea.

-¡¿Por qué no nos sacamos una todos juntos?!

La abuela paró de gritar: vio en la pared blanca frente a su cama una foto

encuadrada de toda la prole. Sonrió y empezó a llamar (a los gritos) a la

manada de salvajitecus (pero con la cara aún iluminada por la sonrisa)


Con las flores en las plantas de los pies, se sentaban en las faldas de

sus padres, los seres que emitían (desde sus entrañas) las últimas melodías,

ecos de cosas poco comprensibles. El tío (orgulloso dueño de la cámara)

dirigía la ubicación de sus parientes en un marco imaginario, dando

indicaciones como un golero a la barrera en un tiro libre.


(Whisky) Entre el humo, sonreía, sudorosa, apelotonada, la familia.


(Click) El tío tiró el temporizador y se apuró a sentarse al lado de su

esposa. La cámara emitía una pequeña luz roja cada segundo, una cuenta

atrás mientras avanzaba.


(Flash)…





(¿Y el flash? O sea, el manual indicaba claramente que eran diez segundos…)


Sin embargo, pasaron, largos y tendidos, los diez segundos, y mientras los

rostros estáticos tardaban en extrañarse de la demora del flash, las flores de

las plantas de los pies de los niños terminaron de marchitarse. En la luz

congelada del instante,se resquebrajó el vidrio de la botella (a medio tomar)

y las gotas cayeron al suelo (el gato no tomó; era abstemio). Pasó el cielo

(negro, celeste, gris, arcoiris); pasaron las aves (huyendo del invierno).

Despedidas (al aeropuerto). Cartas (de España). Pasaron túnicas (manchadas),

novios (nerviosos). Pasó la muerte y dejó un vacío (de gritos entrañables)

en el aire.


Pasaron llaves, pasaron sonrisas, pasaron domingos

Pasaron, pasaron, pasó. Pasó. (¿Todo lo que tuvo que pasar?)


Hasta que a alguien se le ocurrió pasar esa pagina del álbum de fotos, donde la

familia congelada nunca se enteró del (Flash).




Susukibird

martes

Formicidae

Mi casa está siendo atacada por hormigas. No sé; entran a montones por las pequeñísimas grietas de la pared de la cocina y se amontonan en cualquier resto, miga imperceptible de comestible que encuentren en su camino. Han logrado penetrar en los armarios superiores e incluso en el táper cerrado del azucar, así como tomar una torta de naranja y practicamente convertirla en un edificio apartamentado de hormigas.

Creo que si una grúa alzase a mi casa cual dibujo animado, quedaría a la luz el enorme hormiguero sobre el que probablemente estemos asentadas.

Desconosco quien habrá llegado primero; si ellas o nosotras, pero nuestras relaciones diplomáticas están a punto de colpsar.

Sino lo hicieron ya: antenoche intenté matar algunas dentro del microondas.
O sea, una radiación fuerte como la del microondas debía de matarlas. Grande fue mi asombro al descurbrir que no.

Lo confieso: tengo miedo. Ellas resistirían la guerra atómica, yo moriría atragantada con una espina de pescado; ellas pueden cargar con veinte veces su peso, yo mariconeo levando un par de bolsas de papas.

Aunque la i d i o (ta) s i n c r a c i a humana diga lo contrario, son superiores.
Capaz terminamos como los Buendía, cuyo último ejemplar pereció a manos de las hormigas que atacaron Macondo tras el diluvio.

Yo nos tengo más fé, aunque temo que me lleven dormida hacia las profundidades de la tierra y despertar.

Despertar. Guat a guord



Susukibird

lunes

Otherside

No creo en el destino. No creo que las cosas se den por algo. Creo en la sencillez de las cosas.
Somos formas complejas, formadas por cosas tan simples que nos generan un vacío en el estómago. Y lo más trascendental e impensable para nosotros, como es el ser y el no ser, es tan simple. Ser y no ser.
No creo en las responsabilidades cósmicas; nada es casualidad, pero hay causalidades raras, sin duda. En cualquier caso, si personalizamos la vida, merece mencionar que tiene un sentido del humor bastante irónico.
Es como...
-¿¿¿Vida, vos me estas jodiendo???


Y ta.
A los que volvieron a la parte sencilla del universo esta última semana, un brindis.
Me gusta pensar que cuando la gente muere, mientras su cuerpo se descompone, su vitalidad se transforma en energía que puede manifestarse como una brisa, un armónico, una estelita de luz.
No sé; pero es lindo pensarlo.
Y a los que quedaron acá, un abrazo apretado.