miércoles

Tristezas del tiempo y del espacio #3





Mauro caminaba con su habitual parsimonia por


los pasillos del liceo; el timbre había sonado hacía


unos cuantos instantes y él volvía a su clase


entre la muchedumbre de estudiantes, con la actitud de quien,


termo bajo el brazo, está dando un paseo por la


Rambla.


Una especie de isla en ese mar de locos atrapados


en el efecto de un botón de acelerar X20 de un control remoto;


una especie de tiempo paralelo, inmune a ese cruel


acelere que terminaría matando a más de un corazón.


Él, en cambio, parecía disfrutar de hasta el monótono


paisaje que ofrecía el techo del liceo, lúgubre sobre las cabezas


y los manchones que zumbaban a su alrededor.


Oyó un grito a su espalda, pero pasó demasiado



r á p i d o



como para darse por


aludido


así que continuó con su andar relax


hasta que llegó a la puerta de su clase,


donde la profesora acababa de entrar,


y


se sentó,


tranquilo,


en el tercer


banco


contra


la


pared,


mirando al pizarrón.



Noelia cruzó el pasillo del liceo el timbre acababa de sonar y ella emprendía su regreso a la clase pero para su desgracia resbaló en la estela de piso recién encerado por las bolas que un muchacho arrastraba al andar y cayó al suelo reventándose el coxis por lo que se paró con dificultad a causa del dolor llegó tarde a clase.

Tiempos





Susukibird

1 comentario:

  1. Todo tan distinto para cada persona para cada mundo para cada sonrisa.
    Te quiero mucho, más allá de todas las miradas y de todas las visiones.

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